lunes, 5 de diciembre de 2016

"Los tres impostores" de Arthur Machen (2011, y un epílogo de 2016)



(2011)

Si tengo que recomendarte un libro ahora mismo, te diré que leas Los tres impostores, de Arthur Machen. Podría hablarte de otras obras a las que he colocado en sus respectivos pedestales, y hace unos años, mis amigos de la librería madrileña Estudio en Escarlata me pidieron que escribiera mi propia “lista de los 7” (una lista en la que incluí hasta ocho títulos, si no recuerdo mal). Y no estoy hablando de un ránking, porque ¿cómo diablos voy a decidir si me gusta más La sangre de los King de Jim Thompson o Las historias naturales de Juan Perucho? O sea, ¿a quién quieres más, a tu padre o a tu madre?
Los tres impostores está en esa lista, sin duda. Y quiero recomendártelo porque yo lo he leído varias veces (ahora mismo, es el libro que tengo en la cabecera de la cama), y sigo disfrutándolo tanto o más que el primer día. Igual tú lo lees y consideras que es “uno más”, pero yo no lo veo así.
Hasta donde llego, Borges tampoco lo veía así, porque lo incluyó en su “biblioteca”, y supongo que escribiría un prologuito o algo. Bien por él, si le gustaba la mitad que a mí.
Machen es un autor decimonónico, un londinense adoptado que callejeó y observó y se emborrachó y podríamos decir que incluso alucinó. Literalmente, según cuenta Alan Moore en Serpientes y escaleras —una de esas adaptaciones de las performances del Maestro de Northampton, realizada por el australiano Eddie Campbell (sin parentesco conocido con John Ramsey)—. Machen (pronúnciese “macken”, dicen, aunque yo no lo hago nunca) anduvo tonteando con esa gentecilla excéntrica de la primera Golden Dawn, los pseudobrujos que derrocharon imaginación y generaron una mitología propia, contradictoria en mi opinión, y que ha llegado hasta nuestros días. Y si no, pregúntenle al espíritu de Aleister Crowley.
Los tres impostores (The Three Impostors or The Transmutations) se publicó en Londres en 1895 (yo lo leí por primera vez en 1995), y confieso que nunca me he detenido a comprobar si causó alguna impresión en sus lectores. Quizá lo haga ahora, cuando tenga un ratito libre.
Estoy convencido de que Conan Doyle lo leyó, del mismo modo en que estoy seguro (pero menos) de que Machen leyó el relato “The Final Problem” (“El problema final”) o bien en el número de diciembre de 1893 de The Strand, o en la primera edición de The Memoirs of Sherlock Holmes, la de George Newnes de 1894.
Las dos obras citadas (la de Machen y el relato de Doyle) contienen referencias a un oscuro poder organizador que opera en las sombras de Londres, y ambos poderes tienen como cabeza visible —o más bien invisible— a dos respetables hombres de ciencia, un profesor y un doctor. (El profesor, estamos seguros, también era doctor... en Matemáticas, concretamente).
No quiero que creas que te recomiendo este libro porque pueda contener referencias sherlockianas; nada más lejos de mi intención. Ya sé que no eres tan de Sherlock Holmes, pero en fin... intentaré no volver sobre ese tema.
También te diré que se ha dicho de Los tres impostores que es algo así como un remedo de Las nuevas noches árabes de Robert Louis Stevenson, y mira, algo de verdad hay en ello a nivel estructural y también en el escenario, que es el Londres nocturno de las luces de gas donde siempre (o al menos en la novela de Machen) siempre es 1895... Las nuevas noches árabes también es una lectura deliciosa (y con referencias sherlockianas, aunque sean retroactivas... ¿te suena lo de “la presencia de un poder organizador”...? Vale, vale, ya lo dejo), y al igual que Los tres impostores, está compuesto por una serie de andanzas bizarras, un conjunto de relatos entretejidos como un bello tapiz de... bueno, sí, de arabescos.
Y sin embargo, la obra de Machen posee el don de respirar un aire siniestro, combinado con lo que podríamos denominar “sentido de la maravilla” —que en este caso es más un “sentido de lo siniestro en la cotidianeidad urbana”—, un sentido del que se intentó apropiar (o al menos, intentó imitar) el señor Howard Phillips Lovecraft. Si el Maestro del Terror de Providence tuvo a su vez un verdadero maestro, ese fue Machen. (Sí, vale, y también Dunsany y Hodgson. ¿Te quedas más tranquilo así? Pero que sepas que uno de los protagonistas de Los tres impostores es un caballero llamado Phillips).
Sigo dándole vueltas al hecho de que la traducción al castellano de que dispongo, la única que conozco (obra de Luis Loayza), es extraña. Extraña porque la puntuación que utiliza el traductor no es la del castellano, sino la del inglés: Utiliza las comillas en lugar de los guiones tipográficos a los que estamos acostumbrados los lectores de novelas de Stephen King. (Los lectores de novelas de Cormac McCarthy no están tan acostumbrados a esos guiones... ni a las comillas, ni a nada que se le parezca). Es extraña porque tiene un punto lírico (y no me entiendas mal; no rima ni nada de eso) que probablemente se encuentre en el original. Y por eso, pienso que debe de ser una buena traducción.
Y luego está esa cursiva que me sigue fascinando, esa línea (¿ese verso?) que aparece en dos ocasiones. ¿Es una cita? Creo que sí, pero ¿de quién?
Dice así (encajado en ambas ocasiones dentro de fragmentos más largos):

“El viejo marco incendia el mirador”.


***

Ahora que hecho un vistazo al volumen, no encuentro la segunda vez en que se menciona la cita. Si es que es una cita...
La memoria es juguetona, y de vez en cuando te lleva a estas trampas. Ahora es el momento de decidir si borro el fragmento anterior o no.
Pero tú ya sabes cuál ha sido mi decisión, ¿verdad?




(Epílogo del 2 de diciembre de 2016)

La cita ("The grimy sash an oriel burns") es del poema All-Saints (o bien All-Saints Day) de James Russell Lowell (1819-1891), poeta estadounidense nacido en Cambridge (Massachusetts), que fue embajador en España entre 1877 y 1879, periodo durante el cual fue nombrado miembro correspondiente de la RAE: Lowell estaba muy interesado en la literatura española.
El poema original dice así:



Y en algún otro momento tendremos que hablar del tratado De Tribus Impostoribus, que es otro asunto distinto.




***

COMPRE OBRAS DE ALBERTO LÓPEZ AROCA

http://albertolopezaroca.blogspot.com.es/


No hay comentarios:

Publicar un comentario